LA PUERTA DE PALMAS

La puerta y el puente de Palmas forman un conjunto que resulta inseparable. Por ello, antes de estudiar la puerta nos detendremos en el proceso constructivo del puente para contextualizar y comprender las razones que motivaron la apertura de la puerta.

El Guadiana a su paso por Badajoz contó con numerosos vados que permitían flanquear el río (Mayordomo, Moro, etc.) aunque también sabemos de la existencia de barcas en Telena, Talavera y Badajoz. La que se utilizaba en Badajoz debió ser una barca plana o balsa que se desplazaba palmeándola por medio de un andarivel o maroma tendida de orilla a orilla.

Las últimas investigaciones nos permiten afirmar que fue Alfonso XI (1311-1350) quien ordenó construir el puente aunque no sabemos si la obra llegó a iniciarse. Como quiera que fuese, el puente no llegó a completarse pues en mayo de 1504 solo se habían construido ocho pilares (cinco fuera del agua y tres en tierra firme) y el alcalde mayor de Badajoz, don Fernando de la Rocha, solicitó a los Reyes Católicos que se concluyese el resto hasta completar la obra del puente. Las reclamaciones de Badajoz fueron atendidas y las obras se retomaron el 1511 así mismo el 23 de julio de 1511 el Concejo de Badajoz contrató los servicios de Pedro de Larrea para que se hiciese cargo de las obras del puente. El puente debió concluirse entre 1521 y 1526.La Puerta de Palmas se abrió a raíz de la construcción del puente ya que éste precisaba una nueva entrada que estuviera alineada con su calzada y enrasada con ella. No se ha podido identificar al autor de la puerta aunque todo apunta a que es obra del ingeniero y arquitecto Gaspar Méndez.

La puerta se configura como un arco de triunfo con un arco de medio punto de grandes dovelas de mármol flanqueado por dos torreones cilíndricos, almenados y decorados con cordones de piedra que nos remiten a la estética manuelina. Los torreones están cubiertos con una decoración que figura sillares (falsa sillería) y han tenido diversos usos a los largo de la historia (peso de la harina, prisión, fielato, oficina de turismo, etc).En la portada exterior destacan la bóveda de casetones y la inscripción que remata la fachada. Del texto de la inscripción podemos deducir que las obras terminaron en 1551. Mención a parte merecen dos medallones con sendos bustos (uno masculino y otro femenino) cuya identidad no se podido establecer (Carlos I, Felipe II para la figura masculina y la fama, Juan la Loca e Isabel de Portugal para la femenina). Sobre el arco de la puerta campea un magnífico escudo el Emperador y en el arranque de la bóveda de casetones se encuentran dos pequeños escudos que pudieran corresponderse con el primitivo escudo de Badajoz.

En la fachada interior el elemento más sobresaliente es la hornacina en la que se situó la imagen de la virgen de los Ángeles, si bien, a lo largo del siglo XVII se efectuaron multitud de reparaciones y reformas en la fachada interior. Así hacia 1621 se construyó la portada de granito y una escalinata de acceso a ella (actualmente desaparecida). En 1681 se construyó un arco sobre la portada de granito que se delimitó delante de la hornacina un pequeño espacio a modo de capilla.

La imagen de Nuestra Señora de los Ángeles permaneció en la capilla hasta que en agosto del año 1761 fue traslada al Hospital de la Cruz. Una vez trasladad la imagen, se tapió la capilla construida en 1681 y ha permanecido tapiada hasta mediados del XX.

En 1905, la autoridad militar, de la que dependían las fortificaciones, autorizó al Ayuntamiento a abrir dos pasos laterales junto a los torreones de la puerta. No obstante, para abrir los pasos citados fue preciso derribar parte de la muralla, la escalera y el puesto de guardia que estaban adosados a izquierda y derecha de la puerta respectivamente.

La intervención del año 1960, obra del arquitecto Francisco Vaca, fue muy agresiva pues modificó la fachada interior hasta hacerla irreconocible. En esta ocasión se abrió completamente la capilla construida en 1681 y se dispuso en su lugar el balcón de hierro que presenta en la actualidad.

Texto de Julián García Blanco